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Lugares históricos de Palma de Mallorca

catedral palma de mallorca

Palma de Mallorca: Historia tallada en piedra, sombra y sal

Muchos llegan a Palma de Mallorca persiguiendo la promesa de una postal: playas turquesas, copas frías y atardeceres filtrados por gafas de sol y filtros de Instagram. Pero bajo esa capa de ocio solariego —tan embriagadora como efímera— se esconde una ciudad milenaria donde la historia no duerme, solo se disfraza.

Palma no es solo el fondo de pantalla de Europa: es un palimpsesto vivo. Aquí, una mezquita se convierte en catedral, un hammam sobrevive entre naranjos, y una lonja gótica —antiguo templo del comercio— es ahora vitrina de arte contemporáneo. Bienvenidos a una ciudad donde el pasado y el presente conviven como ex cónyuges: ya no se hablan, pero aún se reconocen.

La Catedral de Palma: una gótica con alma barroca y corazón contemporáneo

catedral de palma de mallorca

Se alza frente al mar como si vigilara el horizonte en busca de viejos enemigos o nuevas selfies. La Catedral de Palma, o simplemente La Seu, parece un castillo de arena que se hubiera petrificado antes de que la marea lo alcanzara. Construida entre los siglos XIII y XVII sobre una antigua mezquita —ironía del destino o estrategia de dominación visual—, esta joya del gótico levantino ha sido tocada por manos tan diversas como las de los reyes, Antoni Gaudí y Miquel Barceló.

Sus arbotantes parecen extenderse como brazos de una orquesta invisible; sus rosetones, vitrales de un caleidoscopio medieval que aún filtra luz con solemnidad psicodélica. Aquí, el pasado no es ruina, sino ritual: late con cada visita, con cada mirada que se alza hacia su bóveda.

El Palacio de la Almudaina: del islam al protocolo real

palacio de la almudaina

A un suspiro de la Catedral, el Palacio Real de la Almudaina conserva su nombre árabe como una arruga en el lenguaje: visible, antigua, elocuente. Nacido como fortaleza musulmana y reciclado por los monarcas cristianos tras la conquista de 1229, este edificio es una antítesis arquitectónica. Tiene arcos de herradura y tapices borbónicos, columnas mudéjares y sillas con escudo real.

Es un palacio de puertas múltiples: entra la historia, sale el poder. Hoy sigue siendo residencia oficial del rey durante algunas ceremonias. Sí, aún huele a incienso y a protocolo. Pasearlo es como hojear un álbum familiar donde algunas fotos han sido retocadas, pero los ojos de los retratados siguen contando la verdad.

La Lonja: cuando el comercio era catedral

la lonja palma de mallorca

Entre los siglos XV y XVI, el dinero también tenía su templo. La Lonja de Palma, obra maestra del arquitecto Guillem Sagrera, fue levantada para albergar a los mercaderes, esos clérigos del capital. Su estilo gótico civil, con columnas helicoidales que parecen haber sido esculpidas por un escultor ebrio de simetría, es tan elegante como rotundo.

Hoy ya no se venden ni sedas ni especias, sino exposiciones de arte, discursos culturales y algún que otro canapé. La Lonja es un lugar donde la piedra respira, donde el eco de voces pasadas aún resuena con acento de oro y salitre.

Los Baños Árabes: vapor del tiempo

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Caminar por el barrio de Can Serra y toparse con los Baños Árabes es como encontrar un susurro en medio del bullicio. Pequeños, discretos, casi secretos, estos baños del siglo X-XI son uno de los pocos vestigios que quedan de Madina Mayurqa, la ciudad islámica que fue Palma antes de ser Palma.

La sala central, coronada por una cúpula perforada con lucernarios en forma de estrella, deja pasar la luz como si el tiempo aún goteara por ellos. Afuera, los jardines huelen a azahar y nostalgia. Dentro, la piedra aún conserva el calor de un mundo extinguido. No es una visita: es un rito.

Consejos para perderse

– Camina con calzado cómodo y expectativas flexibles.
– Empieza por la Catedral, pero déjate llevar por las bifurcaciones del instinto.
– Evita las horas de sol duro y los grupos guiados que parecen cruceros terrestres.
– Reserva una visita guiada si quieres escuchar las historias que las piedras no cuentan solas.
– Y si puedes, hospédate en el Hotel Gloria de Sant Jaume, donde el pasado se duerme sobre sábanas de lino y diseño contemporáneo. Más información en su sitio: Hotel Gloria de Sant Jaume

Palma: ciudad de máscaras, ciudad de espejos

¿. Cada una de sus fachadas es una página arrancada de un libro que aún se está escribiendo. Y si uno camina por su casco histórico con la mirada aguda y el corazón abierto, encontrará que en cada rincón no solo hay piedra: hay memoria, hay ironía, hay belleza.

Porque Palma no es una ciudad para ver. Es una ciudad para escuchar.